En la calle suelen sorprendernos, sin cita previa ni preámbulos, algunas imágenes de otros mundos. Mundos mágicos, extraños, a contrapelo, pero que, por suerte para quienes soñamos con ellos, existen. La cámara intenta apresar ese destello fugaz, esa aparición, pero sufre la misma suerte que la red para cazar mariposas. Imaginen una mariposa resbalando sobre el aire que sobrevuela las flores. Es hermosa. Ahora imaginen la mariposa dentro de la red y luego en nuestra mano. También es muy bella, pero ya no como lo era antes. Algo de su belleza quedó sobrevolando las flores, ya no está con ella en la red, en nuestra mano. Quedó en esa libertad de existir en un mundo sin marcos arrebatada por la red. No voy a negar el arte que encierra componer una foto y todo lo que con ello se puede lograr, pero realmente es indescriptible y extraordinario vivir ese instante con todo el cuerpo. Esta foto es un buen ejemplo de eso.





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